lunes, 4 de mayo de 2009

LA IMPORTANCIA DE EDUCARNOS


EL SABER ES PODER



Es innegable que los medios de comunicación ejercen una enorme influencia sobre el mundo de hoy. El mundo, desde la perspectiva que aquí abordamos, somos todas las personas que ocupamos el planeta, interrelacionadas entre nosotros, con la naturaleza y con las cosas.

Como quiera que tales interrelaciones adquieren sentido y trascendencia en actitudes y comportamientos que afectan y configuran la vida cotidiana, es preciso admitir la relación directa y estrecha entre la influencia de los medios masivos y la ética contemporánea.

Otro aspecto interesante que actualmente nos aborda en forma inclemente es el “conocimiento”. La denominada sociedad de la información es esencialmente un momento del devenir humano, el actual, en el que la acumulación, el acceso y la transmisión de saberes adquieren una importancia preponderante al punto que le otorga plena ligitimidad a una máxima muy en boga “El saber es poder”.

Si saber es poder significa para algunos que el dominio de los conocimientos es la fuente del poder político, económico, cultural, para otros representa el aumento de la capacidad de acción y su orientación hacia la satisfacción de las aspiraciones humanas.

Esta última connotación – que corresponde a una visión humanista y amorosa del mundo – es la que asumo en el presente análisis. Si comenzamos por plantearnos la necesidad de conocer mejor las características de los medios y las formas de influir en la ética y en el desarrollo del saber, podremos disponer y orientar a los jóvenes creativamente a favor del progreso, la equidad y el bienestar individual, familiar y comunitario. Y es aquí donde adquiere importancia el nuevo concepto de la “imagen corporativa”, pues al hablar de esta, se plantean interesantes reflexiones en torno a temáticas de hoy en día que, a través de los medios masivos, tienen amplia divulgación cotidiana y afectan, de ese modo nuestra percepción del mundo y de su evolución, es decir nuestros comportamientos, actitudes, interacciones y por consiguiente nuestra eticidad.

Periódicos, revistas, programas de televisión, videoclips y redes informáticas dedican amplios espacios, todos los días y a diversas horas, a difundir ideas relacionadas directa o indirectamente con nuestra labor docente, donde independientemente de su calidad y finalidad, son muy sugestivos para nosotros mismos y para nuestros estudiantes, hasta tal punto que debemos reconocer que los medios motivan el aprendizaje en el educando - mientras nosotros

nos devanamos los sesos pensando cómo logramos captar al menos por 5 minutos la atención de ellos – ya hace mucho tiempo los medios nos ganaron la batalla; el joven prefiere la variada y muchas veces, sensacionalista información internacional, nacional y local que le ofrecen éstos, a estar 45 minutos sentados en un pupitre escuchando un discurso aburridos en su forma.

Por esto, el interés que me impulsa a escribir estas cortas líneas, es motivarlos a propiciar la búsqueda de mecanismos para recuperar nuestro espacio como formadores de niños, niñas y jóvenes y a referir la forma como los medios masivos ofrecen, por así decirlo un vasto universo pedagógico, poblado de narraciones, experiencias, conocimientos y datos, - que excepto los momentos cada vez más breves, dedicados a la contemplación, la oración, la reflexión, la conversación o lectura – parecen copar por completo la existencia.

En efecto, una alta proporción de lo que aprendemos, hacemos, imaginamos, soñamos, llega por esa vía. Millones de niños, niñas, jóvenes se comportan, se visten y actúan en su vida corriente siguiendo esquemas o modelos efímeros que fijan y desfijan los medios masivos.

El saber y aprender de hoy exige nuevos dispositivos de producción y apropiación cognitiva a partir del interfaz que enlaza las pantallas hogareñas de televisión, computador y las lúdicas de los vídeojuegos - ¿ Pero nosotros como educadores formadores estamos capacitados para recuperar y asumir este espacio que perdimos en el mundo de los jóvenes? – .

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